Mantente informado

Si quieres mantenerte informado sobre lo que acontezca en el AMPA, o sobre noticias que puedan afectar o interesar a tus hijos, no dudes en mandarnos tu nombre y dirección de correo electrónico a ampalachana@gmail.com y te añadiremos a nuestra lista de contactos.

domingo, 16 de junio de 2013

Concurso de Relato corto 2013 - Bachillerato - 1º Premio


CROW

 Judith Ordóñez Pérez (1º BACHILLERATO D)

No ha amanecido aún. Casi es noviembre y la lluvia no ha tocado tierra, el calor sofocante impregna las horas de este largo verano. Sentada en el escalón de la puerta de atrás de la casa donde mi gato, Crow, y yo vivimos; dejo vaguear la mirada por el bosquecillo que hay un poco más allá del jardín, en el que un pequeño estanque está rodeado de sauces. Es demasiado tarde para volver a la cama pero aún muy temprano para deambular sola por el siniestro bosque en el que cientos de criaturas aúllan.
Termino de ver cómo las últimas estrellas se desvanecen en el cielo, y las primeras nieblas matutinas ascienden de la tierra seca como almas en pena, estas nieblas son el único respiro que nos da el tiempo. Mientras veo el sol salir, aparece Crow maullando y ronroneando para que le sirva el desayuno.
Odio los viernes trabajando en la cafetería, además de porque me toca hacer caja, por la cantidad de adolescentes, que aun en hora de clases vienen a tomarse un tentempié. Pasan las horas y el sol va cayendo cada día más temprano. Es noche cerrada, y la mayoría de las tiendas y restaurantes han echado el cierre a sus persianas, además de mi buenísima suerte, he perdido el autobús y las calles a estas horas están desiertas.
Después de hora y media de camino, al fin, llego a casa. Cojo las llaves de mi bolsillo, pero antes de introducir la correspondiente en la cerradura, un escalofrio me acelera el corazón. No estoy cómoda. Al entrar en casa cierro la puerta con llave. Una a una reviso las habitaciones, en una mano llevo el móvil y en la otra un cuchillo. Primera planta nadie, ni siquiera el gato. Segunda planta, más de lo mismo. Al final del pasillo está la puerta que lleva al desván. Muy quieta miro la puerta. Casi sin poder respirar la abro. Ante mí doce estrechos escalones, a cada paso que doy, cuento cada uno de ellos: uno, dos, tres… algo ha crujido tras de mí. La puerta, que con una ligera brisa, se está cerrando. Sigo subiendo: cuatro, cinco, seis, siete. La puerta se ha cerrado, todo es oscuro. Ocho, nueve, diez, once. El sudor moja mi frente, sé que detrás de la puerta hay algo. Doce.
Sin luz palpo la pared en busca del interruptor. Mi mano avanza a tientas, pero antes de encontrar lo que busco toco una sustancia fina, como ceniza o tierra, adherida  a la pared.          ¿Qué demonios? Grito, grito y grito, nadie me oye. La voz se me ha rajado. De mi garganta no puede salir sonido alguno. Más desesperada aún busco el interruptor de la luz. No lo encuentro. No sé dónde estoy. Luz. Al fin luz.
Arrodillada en el suelo.  Un suspiro sale de mí, ¿aliviada?
La triste bombilla empieza a alumbrar. Con la frente aún pegada a la pared, me queda lo más difícil, mirar el interior de la sala. Pero ahora con luz, mis constantes vitales empiezan a regularse. Me tranquilizo y dejo el cuchillo en el suelo junto al móvil. Pego la espalda al muro. Y me siento en el suelo. La lámpara parpadea con un sonido cada vez más insoportable. Se ha apagado la luz.
Con un grito ahogado me pego más al muro. Todo está demasiado oscuro. Me pongo en pie. He cerrado los ojos, y aunque la luz se vuelve a encender, pero por miedo, no quiero abrirlos. Los abro, dejo de respirar. Solo esta él.
La figura de un hombre llena la habitación, solo es silueta, solo es oscuridad. Como si hubiese habido una hoguera, a su alrededor hay ceniza negra. De él solo se pueden distinguir los ojos. Los ojos, esos ojos no son de este mundo, al menos no del de los vivos; rojos y brillantes. Sin poder verlo. Se ha acercado a mí. Huele a cadáver. De cerca, sus rasgos están totalmente calcinados. En un acto reflejo, salgo corriendo escaleras abajo intentando no tropezar, y caer rodando. Atravieso el pasillo y me paro repentinamente. Me doy la vuelta, pero el ser no está ahí y no parece que vaya a venir. Es entonces cuando pienso en Crow, ¿y mi gato? Lo busco, no lo encuentro. Miro al rellano superior. Ahí algo arriba. ¿Es el ser diabólico o es mi gato? Entonces lo veo, es Crow. Lo cojo por el abdomen y salgo a la calle. Estoy asustada y el móvil lo he dejado en el desván. Abrazo a mi gato, y entierro la cara en su pelo negro. Me doy cuenta de algo. Ese olor.
Suelto al gato en el suelo y sale corriendo hacia la parte de atrás de la casa. Y no se me ocurre otra cosa que seguirlo. Buscando me adentro en el bosque. Está muy oscuro y mis pies tropiezan con raíces. Veo a Crow al borde del pequeño estanque. Mira el agua y maúlla de dolor. Me acerco. Quiero ver lo que ocurre. Pero las dichosas raíces me juegan una mala pasada. Caigo estrepitosamente al suelo. Como cualquier gato, se gira.
En medio de una combustión espontánea se transforma en el hombre que había en el desván. Todo es borroso, y no veo. El pánico me bloquea los músculos. Me atrofia los pulmones y me dispara el corazón. Lentamente se acerca a mí. Impotente, miro cómo se acerca, no trae nada bueno.
Sin separar los labios, habla. << Te gusta este lugar, ¿Verdad? Lo sé. Es un lugar precioso pero no es nada bueno, y menos que este lugar se quede sin almas. Y yo, tengo que conseguirlas, para no pudrirme en el infierno de este lago. Solo deseo morir de una vez pero para ello tengo que llevarme a alguien conmigo, eres la última alma que me hace falta. Matare tu alma y yo ocuparé tu cuerpo. Después me destruiré con él. Lo sé es cruel. Pero ya no me importa nada, ni nadie, y menos una mortal como tú>>.
De su espalda saca una especie de espada curvada que rezuma un color azulado y negro. La distancia entre nosotros disminuye. No sé ni cómo respirar. Intento levantarme. Tambaleándome me pongo en pie. Pero es tarde. No siento nada, no veo nada, el calor de la sangre me quema la piel.
 Antes de abrir los ojos ya estoy muerta.                                                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario