AGUA SUCIA Y PODRIDA
Devastada tierra en la que el sol asoma.
Oscuras pieles castigadas,
Fingiendo que viven sin saber nada.
Miran arriba, hacia el norte,
Donde gente entre la sociedad se esconde.
Ellos no esconden nada,
No tienen nada que esconder.
Están condenados a trabajar por una gota.
Por una gota de agua, agua que ni siquiera les da la vida,
Agua sucia y podrida.
Agua, agua que una vez en semana,
Por sus sucias y doloridas manos resbala.
Pieles secas pegadas a huesos,
Parecen que oprimen sus conocimientos.
Finos alambres que a su cuerpo, si se puede llamar cuerpo,
sostienen.
Niños devastados,
niños muriendo.
Bocas de bebé buscando líquido
En pellejos deshidratados.
Manos de madre que sostienen a sus hijos
Entre sus finos brazos.
Padres en el borde del desierto, donde el sol abrasa,
Por una gota de agua, sucia y podrida, llevar a casa.
Casa, si se puede llamar casa.
Mesas en donde un vacío plato es devorado,
Devorado por manchas negras, que con una palmada se van
volando.
Días solitarios.
Noches frías.
Mañanas infernales.
Esto no son más que versos.
Parece que el resto del mundo está tuerto.
“Ellos han nacido así, no podemos cambiarlo”; opinan los
ciegos.
Ciegos, que no se sabe si tienen huesos,
Son masa de carne.
De su carne se podría alimentar un poblado entero.
A ellos, a los ciegos, su carne sigue pegada,
Mientras nos preocupamos los que no tenemos nada.
Ellos, solitarios hijos de tierra olvidada,
Beben agua, esa agua que está sucia y podrida,
Sin saber nada.
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